Si logras controlar las emociones de las personas, puedes ser un gran líder. Ese liderazgo puede ser positivo o negativo. Hitler fue un líder negativo. Supo jugar con las emociones de un pueblo desmoralizado y cometer una de las mayores locuras del siglo pasado. Juan Pablo II fue un líder positivo. 23 años de carismático seguimiento de los fieles de la iglesia católica y reconciliando a muchos otros.
Piensa. A tu alrededor. En lo profesional y lo personal. ¿A quién sigues y a quién no? ¿Por qué a unos sí y a otros no? ¿Qué te moviliza para estar de un lado o del otro? Las emociones. La vida va de emociones. ¿Cómo te sientes ahora mismo?
Esto puede marcar la diferencia de tus relaciones. Si tu autoestima está bien, está alta, tendrás suficiente personalidad para saber decir no, cuando hay que hacerlo; o saber decir sí, con un compromiso coherente. Pero, ¿qué ocurre cuándo tu nivel de autoconocimiento es muy bajo? ¿Te has preguntado cuánto te conoces? ¿Cómo está tu autoconfianza? Si emocionalmente estás triste, apesadumbrado/a puedes tender al aislamiento, incluso estando con gente.
Si emocionalmente tienes dudas, todo lo que te digan lo leerás entre líneas, creyendo que hay mensajes ocultos que en realidad quieren decir una cosa que sólo está en tus pensamientos pero no en lo que realmente te quieren comunicar. Puedes terminar agobiando o asfixiando a la otra persona. Sea en casa o en el trabajo.
Mira a tu alrededor. Habla con honestidad con las personas que te rodean. Pide sinceridad. Ten autocrítica. Aprende a tener conciencia propia. Humildad. Abre tu mente. En estos temas también existe esa zona de confort en la que nos dicen que somos muy guapos pero sólo tu sabes (en tu interior) si ciertas cosas son realmente cómo te gustarían que fueran. La vida va de emociones. Positivas y negativas. ¿Hacia dónde se inclina tu balanza?