Una vez que emigramos nos vamos a encontrar con muchos obstáculos para la integración total al país de acogida. Tal vez nunca lleguemos a estar integrados realmente, pero si al menos seremos parte de la sociedad.
Uno de los obstáculos más fuertes que tendremos será la diferencia cultural. Ya hemos hablado de esto antes. Encontraremos mucha ignorancia al respeto de nuestras raíces y tradiciones. Es normal, los habitantes del país de acogida no las conoce, nunca las han visto. Lo que para nosotros es lo más normal del mundo, para ellos será muy exótico y raro.
No debemos enfrentarnos a esto. ni debemos polemizar por nuestras diferencias. Solo son eso: diferencias. Lo malo es cuando se pasa de la diferencia al menosprecio o insulto. Cuando empiezan a notarse brotes de racismo o intolerancia. Debemos frenar esas situaciones. Nosotros somos los intrusos, a pesar de que tengamos la razón, no vale la pena discutir con una persona cerrada e ignorante acerca de algo que no le interesa o tampoco lo va a vivir. Es decir, cuidémonos de caer en situaciones que pueden derivarse en agravios por intolerancia de AMBAS partes.
Por ejemplo el idioma. Los mexicanos utilizamos el adjetivo «cabrona» para las mujeres en forma de halago o describir una mujer valiente, feminista, trabajadora y que hace lo que quiere con los hombres.
Sin embargo algunos españoles reaccionan: «Que raros sois los mexicanos, Llamar cabronas a personas inteligentes».
Raro para los mexicanos es pegarle a tronco vacío para que cague dulces, o quemar cosas en la playa una noche entera, o subirse unos arriba de otros para no llegar a ninguna parte.
Tenemos un idioma en común, pero lo usamos muy distinto. Tenemos muchas variantes lingüísticas, por eso es tan interesante el español/castellano. Lleva mucho tiempo poder dominar los dos sentidos. Es un ejercicio muy enriquecedor y ayuda mucho a la integración de ambas culturas. Así como con el idioma también debemos hacerlo con las costumbres, tradiciones, leyendas y hasta la comida.
Ni los mexicanos ni los catalanes somos raros. Simplemente somos DIFERENTES. Debemos respetar nuestras diferencias, aprender unos de otros y crecer juntos.