Hace algunos años era muy común escuchar contratos de palabra. Una generación anterior a la nuestra lo practicaba mucho. Entre las dos partes se exponían las condiciones y se pactaba con un apretón de manos. En algunos casos un juez lo aceptaba como prueba en un juicio.
Contratos como alquileres, compra y venta de cosas, etc. Todo se cerraba de palabra. Hablamos de tiempos de la posguerra.
Hy en día son muy poco aconsejables, el tiempo ha cambiado a la sociedad y a las personas. Un contrato de palabra no vale nada. No es una prueba si no hay testigos, nadie la dará validez. Es una pena, pero así es.
Evitemos este tipo de contratos a toda costa. En el tema de la vivienda un contrato de alquiler es lo mejor, nos dará muchas garantías a la hora de buscar nuestra residencia o nacionalidad. En la compra de segunda mano, un contrato nos da la certeza de que no es robado y que tal vez pueda estar en garantía, exijamos siempre la factura original y firma del propietario de venta sobre la misma.
En el tema laboral un contrato es la mayor garantía, nos abre la puerta a créditos, hipotecas, etc. También es el mejor aval para la renovación del NIE.
Como sea, todas nuestras transacciones deben estar respaldadas con un contrato. Simple, no hace falta tener mil cláusulas. Solo que deje reflejada nuestra voluntad y la de la otra parte. Obviamente nos obliga a cumplir con él. Pero de eso se trata de cumplir y que nos cumplan. En caso de que uno no lo haga, el mismo contrato sirve de prueba y le dará la razón al que la tenga.